y se pierden en el infinito de tu mar.
Tu boca es un afluente de alegría perpetua,
néctar dulce y cálido.
La melodía de tu voz es el eco
de mis días felices.
Me gustan tus ojos que inundan,
tu risa que refresca
y tus manos que me erizan.
Mi calma está contigo,
meciéndome entre tus aguas
encuentro sosiego.
ccpdi 04/09/12